lunes, 27 de febrero de 2012

CLAVES PARA LA MOTIVACIÓN VI

FACTORES DE MOTIVACIÓN  



Seguridad en el empleo  

Si bien es cierto que, por lo general, los directivos cuentan con un nivel de seguridad afianzado en la confianza que la empresa ha puesto en ellos, con frecuencia en un período dilatado de tiempo,  dicha seguridad no es ni absoluta ni exenta de riesgos. Al contrario, cada vez más, los resultados económicos de la gestión y la buena marcha de los negocios guían en gran parte las decisiones sobre el mantenimiento y continuidad de directivos. Están en una balanza en uno de cuyos brazos estaría la confianza de la empresa en ellos y su buen hacer en el pasado, mientras en el otro, estarían siempre los resultados económicos de su gestión y sus aciertos o desaciertos del presente. 
Además, hay otros factores, externos en su mayor parte al directivo, que pueden marcar su continuidad o no en el puesto. Entre ellos, quien sea en cada momento su jefe inmediato o el director- gerente de la empresa. Un cambio en la dirección o en la jefatura de quien depende puede poner al directivo fuera de su puesto. Es muy frecuente que cada jefe quiera tener o hacer su propio equipo de trabajo y, en muchas ocasiones, lo hace sin tener en cuenta otras consideraciones acerca de los que ya estaban allí. Aunque, no debemos exagerar esta circunstancia que, en todo caso, es más frecuente en grandes empresas que en las Pymes. 
El factor seguridad en el puesto del directivo, normalmente relevante dentro del conjunto de la organización de  la empresa, es uno de los más determinantes para la  motivación de la mayoría de ellos. Una inseguridad, derivada de la posibilidad de ser removido de su puesto, puede crear desánimo en el directivo y desmotivación en su trabajo. A veces, la inseguridad puede derivarse de la mala marcha de la empresa o de su dependencia de otra de la que es filial o a cuyo grupo pertenece. Los movimientos en la central pueden concluir con movimientos en las filiales. 




Compensación económica  
Sin duda alguna, este factor tiene una gran influencia en varios sentidos sobre la motivación del directivo. Generalmente, la retribución de los directivos es o debe ser alta, dentro del conjunto salarial de la empresa u organización. Y será más o menos alta en función del tipo y tamaño de empresa, de sus posibilidades económicas y de sus políticas salariales. 
También lo podrá ser, en función de las condiciones logradas por el directivo a su entrada en la empresa y su currículo o caché. Por estos motivos señalados, la retribución percibida por unas tareas, generalmente importantes en el conjunto de la empresa, marca mucho el grado de identificación del directivo con ésta y su nivel de  motivación personal e implicación en los objetivos de la misma. 
En ocasiones, el directivo considera que el puesto que ocupa, por su relevancia e importancia en el organigrama, le puede compensar de una remuneración no del todo adecuada, a su entender, con ese puesto y sus responsabilidades. Otras veces, ese mismo directivo conoce, por información derivada de su propio trabajo diario, que la situación económica de la empresa no le permite pagar más y acepta, interiormente, esta circunstancia. En estos casos, es posible que no se sienta desmotivado por esa
circunstancia.  
Cuestión distinta es que, un directivo sin causas de desmotivación que le afecten en su ánimo o en su trabajo, sea tentado por una buena oferta,  que mejore las condiciones que tiene en la actualidad y, en ese momento, asalten su mente y sus sentimientos factores latentes de desmotivación o, sencillamente, decida cambiar de empresa y  aceptar esa oferta. Dicho de otro modo, la falta de motivación no es la única razón para cambiar de empresa o trabajo, aunque la potencian. 


Oportunidades de mejora y ascenso  
Muchas veces, los puestos directivos no admiten ya posibilidades de ascenso ni de mejoras de trabajo o económicas. Suele pasar esto en las Pymes con pirámides organizativas muy cortas, derivadas del escaso número de empleados o de niveles de organigrama. En esos casos, es evidente que este factor no actúa positivamente en la motivación. Otra cosa sucede en el caso de empresas en las que si sean factibles
mejoras económicas y ascensos o cambios de puestos directivos que puedan suponer un estímulo para estos. 


“Estos tres primeros factores debido a como la empresa en si se encuentra serían bastante difíciles de poder llevar acaba visto que este holding no está pasando por unos de sus mejores momentos a nivel empresarial”. 


Reconocimiento por parte de la empresa  
Nos referimos al hecho de que la dirección de la empresa o el Consejo de Administración o los Administradores de la sociedad, en su caso, o los dueños y socios de la misma muestren la aceptación de la labor que los directivos realizan y se lo reconozcan a estos, bien moralmente, bien con incentivos o estímulos económicos. En estos temas, cada empresa es un mundo con sus particularidades y con unas determinadas formas de actuar de socios, administradores y dirección. Pero, en aquellas en las que se da un estilo en el que el trato con los directivos es bueno y de confianza, se reconocen los éxitos y el buen hacer de la misma forma en que se señalan los fracasos o errores cometidos, o en las que se reconocen aquellos con una política salarial de remuneraciones o incentivos, el nivel de motivación crece. El directivo, al sentirse a gusto y valorado, se motiva más para continuar adelante. En el caso contrario, se produce la consiguiente desmotivación. 




Posibilidades de iniciativa y creatividad  
Pese a que los puestos directivos incorporan en sí mismos un grado aceptable de posibilidades de poner en juego las capacidades de iniciativa, no sucede del mismo modo en todos los casos. Hay empresas en que todo está muy reglamentado y definido y apenas queda cancha para esas iniciativas. Pero, en otras muchas, sí es posible que los directivos puedan poner en juego sus propias iniciativas y su creatividad personal en forma continuada. Esto es siempre estimulante para las personas y, mucho más, para quienes trabajan en una empresa u organización, máxime estando al frente de un equipo humano, mayor o menor, que encuentran en ese ejercicio un factor de motivación extra. Cuando no es posible o no se permite, se actúa un tanto encorsetado por órdenes y procedimientos. Esto termina por llevar a la rutina en el día a día y mata parte de la motivación. 


Mando sobre un grupo humano  
Aunque existen excepciones, a la mayor parte de los directivos les agrada tener un grupo de empleados a sus órdenes y una sección o departamento para dirigir. Es, por lo general, motivo de júbilo y alegría el nombramiento en una empresa par ocupar estos puestos. Al margen de la mayor o menor dificultad para esa tarea y de la preparación que para ella tenga el nuevo directivo, siempre supone una motivación extra la promoción para dichos puestos de los organigramas.  
Igualmente actúa el hecho de que el grupo sea mayor o menor, que crezca en efectivos y en asignación económica en los presupuestos de la organización. La mayoría de los directivos pelea por esos crecimientos y siente pesar o desagrado, en su interior, en  aquellos casos en que su grupo disminuye, a la par que sus atribuciones y su esfera de mando. Por tanto, estamos ante otro factor de motivación. 




Aumento de conocimientos y experiencia  
Los puestos directivos constituyen una verdadera escuela de formación. La problemática suele ser variada y se abre a diversos frentes, según cual sea el área de que se ocupa. Se podrán dar actuaciones sobre asuntos de gestión, de economía y finanzas, laborales, comerciales, de producción o fabricación, técnicas, de mando y dirección, organizativas. En suma, el ejercicio de un puesto directivo va creando una experiencia importante, que se va acumulando, y que constituye un factor de estímulo y motivación grande para el desarrollo del puesto. Esa experiencia posibilita, con frecuencia, la promoción a mejores puestos en la empresa o la marcha a otros más apetecibles en otras empresas u organizaciones. 

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